Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Efesios 2:4-10

Notas


Una nueva condición

El don más asombroso y maravilloso de Dios es el don de la gracia, no la gracia por lo que hemos hecho sino a pesar de lo que hemos hecho. El sistema de Dios no es que un buen acto equivale a un punto celestial. En cambio, cuando entregamos nuestra vida a Cristo, liberando las ataduras de este mundo y permitiendo que el Espíritu Santo interceda, encontramos una manera de acercarnos a un Dios todopoderoso que nos ama profundamente.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo por gracia ustedes han sido salvados,

Que Dios sea rico en misericordia es una hermosa impresión de una profunda consideración en lugar de una atención frívola o casual. Esa rica misericordia es profunda en el sentido de que Dios promete una vida con él incluso antes de que lo aceptemos. En medio de nuestros días más oscuros y de nuestros altibajos, Dios está ahí con cada uno de nosotros. No hay nada que ninguno de nosotros pueda hacer para salvarse. Sólo Dios en la abundancia de su gracia y misericordia puede salvarnos de la muerte.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

1 Juan 4:10

y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

En lugar de estar bajo la influencia de Satanás, nosotros, los que creemos en el Señor, hemos sido elevados para sentarnos con el único Hijo de Dios. Nos convertimos en coherederos de la bendición y el gozo de ser hijos de Dios y receptores de su amor inquebrantable. En Efesios 1:9 aprendemos que Dios no tenía la obligación externa de revelarnos su propósito, pero nos mostró en la vida de su hijo Jesús, una vida en busca de la redención y el perdón.

En Él tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia que ha hecho abundar para con nosotros. En toda sabiduría y discernimiento nos dio a conocer el misterio de Su voluntad, según la buena intención que se propuso en Cristo.

Efesios 1:7-9

Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. 

No podemos ganárnoslo. Sólo podemos aceptarlo. Sólo podemos aceptar el regalo de la gracia de Dios reconociendo que no hemos hecho nada para merecerlo. Si lo dejáramos en manos de cada uno de nosotros y de nuestra propia determinación, seríamos aún más individualistas y nos concederíamos la vanidad de la superioridad moral. En cambio, Dios asume total responsabilidad y propiedad. Él es la razón por la que podemos tener alguna esperanza de una vida más allá de la muerte que nos espera a todos. Deberíamos colmar a Dios de alabanza para no tener que negociar nuestras vidas ni dar un regalo mayor a cambio. Sólo podemos presentarnos ante el Padre con las manos vacías e inclinados en gratitud y acción de gracias.

10 Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Una vez que aceptamos el don de la gracia, somos transformados y realineados en lo que Dios ha querido que seamos. Porque Dios nos hizo a su imagen y nosotros llevamos su imagen haciendo lo que Dios haría y eso son buenas obras.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Génesis 1:26-27

No hacemos un buen trabajo antes de ser salvos. ¿Por qué lo haríamos? ¿Cuál sería el objetivo? En cambio, Dios nos concedió la vida de Cristo para mostrar que simplemente hacer “cosas buenas” no es suficiente. Seguir las reglas no es suficiente. Uno debe dar su vida, sacrificarse y dar más allá de sí mismo. Estamos destinados a hacer más que despertarnos, trabajar, comer, dormir y repetir. Del mismo modo, también estamos destinados a mucho más que nuestras aficiones, pasatiempos u ocio. Estamos destinados a ser parte de este mundo, a hacer buenas obras, no por orgullo o por nuestro propio triunfo, sino para traer gloria y honor a Dios. Nuestras buenas obras son fruto de nuestra salvación y muestran nuestra gratitud por la gracia que se nos ha dado, una gracia que no merecemos.


VERSO DE MEMORIA

Timothy Cole. Vida, siglo XIX. Instituto de Arte de Minneapolis

Versos relacionados

Más versículos sobre el don de la gracia de Dios


INVITACIÓN A LA ORACIÓN


“Nuestros peores días nunca son tan malos como para estar fuera del alcance de la gracia de Dios. Y tus mejores días nunca son tan buenos que estés más allá de la necesidad de la gracia de Dios.”

— Jerry Bridges


Imagen de portada: Jean Charles Cazin. Teócrito, 1885-90. Instituto de Arte de Chicago

Leave a comment